jueves, 16 de junio de 2016

Experiencias de Acceso y Conectividad a las Tic en Latinoamérica

Varios gobiernos de América Latina instalan centros populares de conexión a Internet para achicar la llamada brecha digital (en el acceso a tecnologías de la información) dentro de sus sociedades, quizá mayor que la que las separa de los países industrializados. En Venezuela, el gobierno ha establecido 243 “infocentros” para el acceso gratuito a Internet, la red mundial de computadoras, en bibliotecas, museos, alcaldías y sedes de organizaciones no gubernamentales de los 23 estados del país, y espera agregar otros 100 en los próximos seis meses.

El gobierno mexicano lanzó el año pasado el programa E-México para instalar, antes de 2007, 3.200 “centros comunidades digitales” (CCD) en escuelas, centros comunales, ayuntamientos, bibliotecas y centros de salud de pueblos y áreas campesinas que cuenten con acceso a electricidad y telefonía.

Chile ya instaló 294 “telecentros”, con tarifas rebajadas, en igual número de comunas rurales aisladas o urbanas pobres, así como en 368 bibliotecas públicas. En Chile, una encuesta mostró que 88 por ciento de los hogares en los estratos de ingresos altos y medios altos tenían por lo menos una computadora, en 70 por ciento de ellos con acceso a Internet, contra 34 por ciento en el resto del estrato medio, y apenas 10 por ciento en hogares pobres.
 
Ese tipo de iniciativa no es exclusivo de gobiernos centrales, pues las autoridades de la ciudad de Sao Paulo, al sur de Brasil, han habilitado 100 puntos de acceso gratuito a Internet en esa gran urbe de casi 18 millones de habitantes.
 
En Cuba, el acceso a Internet es regulado por el Estado y aún relativamente escaso. El ministro de la Informática y las Comunicaciones, Ignacio González Planas, afirma que el gobierno está dispuesto a “masificarlo”, en la medida en que sea posible superar grandes limitaciones económicas. Por ahora, la prioridad para las conexiones se otorga a instituciones de investigación, enseñanza, salud y comunicación social, entre ellos los 300 grupos Joven Club de computación y electrónica que funcionan en la isla.
Argentina tiene un alto índice de conexión a Internet (cuatro millones de usuarios, o sea 11 por ciento de la población), pero su crisis económica de los últimos años frustró una iniciativa gubernamental para financiar acceso masivo a computadoras y a la red. En una barriada pobre de Buenos Aires, la organización no gubernamental La Lechería consiguió dos computadoras para un programa de ayuda a niños y adolescentes. Se las robaron habitantes del mismo barrio hace año y medio. Consiguieron otra, y también se la robaron.
 
En México, menos de 10 por ciento de la población sabe usar una computadora. En el otro extremo, hay 10 por ciento de analfabetos y un porcentaje similar de la población sin acceso a un teléfono, aunque el plan del gobierno es llevar los internautas de seis a 30 millones.
 
“La brecha digital es, en esencia, un subproducto de brechas socioeconómicas preexistentes”, advirtió la CEPAL en un informe analizado en enero en la Conferencia Ministerial de América Latina y el Caribe para la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, que se llevó a cabo en Bávaro, al este de República Dominicana.

La brecha digital se relaciona también con la educación, pues dentro de un mismo grupo de ingreso, acceden más a Internet las personas con más formación. En Trinidad y Tobago, un estudio mostró que más de la mitad de los usuarios de Internet habían completado la educación secundaria. La pertenencia a una etnia es otro factor de la brecha digital. En México y Panamá, la probabilidad de que tener una computadora en el hogar es cinco veces menor para la población indígena, y la de poseer un televisor es sólo dos veces menor.
 
La CEPAL destacó en su estudio la abundancia del uso “blando” de Internet, para diversión, correspondencia privada o búsqueda de información general, y abogó por impulsar el uso  “duro”, en negociaciones económicas, resolución de problemas colectivos y trámites oficiales.
Además de los esfuerzos estatales por facilitar y abaratar la conexión, está el aporte de los mini empresarios que han sembrado el continente de los llamados ”cibercafés”, donde se brinda acceso a Internet, y que pese a sus fines de lucro, son menos costosos que el servicio contratado a domicilio.
 
Los cibercafés están en cada esquina en el Distrito Federal de México, y se los calcula en un millar en Venezuela. El 46 por ciento de los cuatro millones de usuarios argentinos se conecta a la red en esos pequeños locutorios. Personas de toda condición social, desde trabajadoras de limpieza y camareras muy humildes, hasta turistas de clase media, acuden al cibercafé para cosas tan variadas como transferencias bancarias u ofertas de sus servicios
 
Las estadísticas muestran que, si bien en el pasado la mayoría de los usuarios eran hombres, el número de usuarias crece con rapidez”, indicó la CEPAL. Ellas son 45,4 por ciento en Argentina, 43,1 por ciento en Brasil y 40,1 por ciento en México, informó.
 
La web en América Latina seguirá siendo una cuestión de élite, pese a que se ha abierto el campo a amas de casa y estudiantes. Aún es un tema de grandes ciudades y todavía no puede considerarse como un medio universal.


Copyleft:
http://www.eduteka.org/pdfdir/ColombiaPlanNacionalTIC.pdf 
https://www.mtt.gob.cl/wp-content/uploads/2014/02/agenda_digital.pdf
http://www.oei.es/tic/santillana/sunkel.pdf