domingo, 19 de junio de 2016

Edward de Bono. Seis Sombreros para Pensar



1)                 Datos del Autor: Edward de Bono, experto en creatividad de mayor renombre mundial, es licenciado en Psicología y Fisiología por la Universidad de Oxford, cuenta con un doctorado en Medicina por la Universidad de Cambridge y ha escrito 68 libros que han sido traducidos a 37 idiomas. Adicionalmente, ha colaborado con gobiernos, instituciones y organizaciones internacionales durante 30 años; ha ocupado cargos en las universidades de Oxford, Cambridge, London y Harvard; y ha trabajado con una lista interminable de empresas. Sus métodos, ampliamente utilizados en todo el mundo, son obligatorios en los currículos escolares de muchos países.

                  2)       El propósito de pensar con los seis sombreros:  

Para pensar es desembrollar el pensamiento, de modo que el pensador pueda utilizar un modo de pensar después de otro — en lugar de hacer todo al mismo tiempo o intentarlo. La mejor analogía es la impresión a todo color. Se imprime cada color por separado y al final se reúnen todos y se ve el conjunto.

        3)      Valores de los Seis Sombreros: 

El mayor valor de los sombreros es su misma artificialidad. Brindan una formalidad y una convención para requerir cierto tipo de pensamiento tanto de nosotros mismos como de los demás. Fijan las reglas del juego del pensamiento. Cualquiera que lo juegue va a  conocer estas reglas.

El primer valor es la representación de un papel definido. La principal restricción del pensamiento son las defensas del ego responsables de la mayoría de los errores prácticos del pensar. Los sombreros nos permiten pensar y decir cosas que de otro modo no podríamos pensar ni decir sin arriesgar el ego. Disfrazamos de cualquier cosa nos autoriza a actuar como tales."Actuar como si"

SI ACTÚAS COMO UN PENSADOR TE CONVERTIRÁS EN UNO: Adopta la postura de un pensador. Haz los movimientos. Ten la intención y manifiéstatela a ti mismo y a quienes te rodean. Muy pronto tu cerebro desempeñará el rol que estás "actuando". Si finges ser un pensador, muy pronto, en efecto, te convertirás en uno.

El pensamiento comienza ahora a fluir de los papeles representados y no de tu ego. De este modo se trazan los mapas. Así, finalmente, el ego puede elegir la ruta que prefiera. El rol amplio del sombrero para pensar se descompone en seis diferentes roles de personajes, representados por seis sombreros para pensar de distintos colores.
Representar el papel de un pensador en el sentido amplio de la palabra es un paso valioso en camino a convertirse en un pensador. Los roles de la vida real sólo se ilustrarían a sí mismos. Se inventaron los papeles de la pantomima para representar grandes fuerzas que humanizan para entrenamiento nuestro.
Cuando te cambias de sombrero para pensar tienes que cambiar de roles. Cada uno debe ser distinto. Tanto como la bruja y el príncipe de la pantomima. Te conviertes en un montón de pensadores diferentes, — todos con la misma cabeza.

El segundo valor es el de dirigir la atención. Si pretendemos que nuestro pensamiento no sólo sea reactivo, debemos hallar un modo de dirigir la atención a un aspecto después de otro.
Poniéndose un sombrero UN PROCESO MUY DELIBERADO: El ponerse un sombrero de un modo deliberado es algo muy preciso. Colocarse un sombrero significa “algo”, un rol, un poder, una posición ante la sociedad (jefe, `policía, niñera, madre, esposo, etc.…). También existe el sombrero para pensar como una idea, en donde la gente se ofrece para ponerse sus propios sombreros para pensar o pide a otros que lo hagan.

El sombrero no es literal, es un eufemismo invitatorio para  “colocarse en los zapatos de otros”.
El método de los seis sombreros para pensar está diseñado para sacar al pensamiento del estilo argumentativo habitual y llevarlo a un estilo cartográfico. Esto hace del pensamiento un proceso de dos etapas. La primera es elaborar el mapa. La segunda es elegir la ruta, en el mapa. Si el mapa es suficientemente bueno, la, ruta mejor suele ser obvia. Tal como en la analogía de la impresión a color, cada uno de los seis sombreros pone un tipo de pensamiento en el mapa.

El tercer valor es el de la conveniencia. El simbolismo de los seis distintos sombreros ofrece un modo conveniente de pedir a alguien (incluso a ti mismo) que cambie de modo. Puedes pedir a alguien que sea o que deje de ser negativo. Puedes pedir a alguien que dé una respuesta puramente emocional.
Intención y desempeño: Si la intención de convertirte en pensador, tu desempeño será efectivamente el de pensador. Entonces, la intención no es suficiente por lo tanto, se debe efectuar los movimientos.
Si ya te consideras un pensador, probablemente no hagas nada más al respecto.
Ser un pensador implica un auto imagen totalmente distinta. Es una habilidad operativa. La adopción de los "sombreros para pensar" es un modo de reforzar la intención de ser un pensador.
Ser un pensador no implica tener razón constantemente. En realidad, quien siempre cree tener la razón es muy posible que sea un pobre pensador. Ser un pensador no implica ser inteligente. Tampoco implica que pueda resolver todos los ingeniosos problemas que la gente me presenta esperando que yo los resuelva siempre. Ser un pensador implica querer conscientemente serlo. Por lo tanto, la intención es el primer paso.
El desempeño como actividad repetitiva y constante de aquello que deseas ser, resulta sumamente contagioso si prestas la debida atención a toda acción realizada.

El cuarto valor es la posible base en química cerebral, estoy dispuesto a sostener argumentos que en cierto modo van más allá del estado actual del conocimiento, ya que las exigencias teóricas de los sistemas auto-organizados justifican tal extrapolación.
La melancolía y otros fluidos. Quizás los griegos acertaban con su creencia en que los diferentes fluidos del cuerpo afectaban sus estados de ánimo. Si estabas triste y melancólico, se debía a que una "bilis negra" te recorría todo el cuerpo. De hecho, la palabra melancolía significa justamente esto: "bilis negra". Así pues, los fluidos o "humores" que te invadían el cuerpo determinaban tu estado anímico. Esos fluidos te afectaban el ánimo y éste, a su vez, te afectaba el pensamiento.

Mucha gente deprimida ha observado que lo que es capaz de pensar mientras le dura la depresión es completamente distinto de los pensamientos qué piensa cuando está de buen humor.
Las soluciones químicas alteran mucho los umbrales y sensibilidades de las unidades nerviosas. Como consecuencia de un cambio en estos productos químicos se da la estabilización de una estructura distinta. En cierto modo, tenemos un cerebro diferente para cada trasfondo químico diferente.
Esto sugiere que las emociones son parte esencial de nuestra capacidad de pensar y no sólo algo extra que nos confunde el pensamiento. La gente que tiene dificultades para tomar decisiones debería meditar el hecho de que distintos productos químicos del cerebro ya han tomado determinaciones que son acertadas para cada caso particular.

El quinto valor surge de establecer las reglas del juego. La gente es muy buena para aprender las reglas del juego. Uno de los medios más eficaces para enseñar a los niños es el aprendizaje de las reglas del Juego. Por esta razón, a ellos les gusta tanto usar computadoras. Los seis sombreros para pensar establecen ciertas reglas para el "Juego" de pensar. Y pienso en un juego de pensamiento en particular: el de trazar mapas como opuesto—o distinto— al de discutir.


               4)      Seis sombreros, seis colores.

En la práctica uno se refiere a los sombreros siempre por sus colores, nunca por sus funciones. Y por una buena razón. Si pides que alguien exprese su reacción emocional ante algo, es poco probable que te respondan honestamente: se piensa que está mal ser emocional.

Es más fácil pedirle a alguien que "se quite por un momento el sombrero negro que pedirle que deje de ser tan negativo. La neutralidad de los colores permite que se usen los sombreros sin impedimento alguno.
El pensar se convierte en un juego con reglas definidas; deja de ser asunto de exhortaciones y condenaciones.
Hablamos directamente de sombreros:
...Quiero que te quites el sombrero negro.
...Pongámonos todos, el sombrero rojo por un rato.
...Eso está bien para el sombrero amarillo. Ahora pongámonos el blanco.

            El simbolismo expresado en el libro permite a los interlocutores entenderse entre sí utilizando un lenguaje codificado, el cual permite compartir ideas con más facilidad, a menos que alguno no haya leído el libro.





Conclusión.

El método de los seis sombreros se erige como una alternativa muy valiosa para suplir las carencias del pensamiento occidental, que, al sentar sus bases sobre la discusión y el análisis, ha dejado fuera muchas “máscaras” del pensamiento humano. Desde sus orígenes en la antigua Grecia, el pensamiento occidental se ha centrado en la discusión y en la crítica y se ha esforzado por comprender “lo que es”. Sócrates, por ejemplo, consideraba que su papel en el mundo radicaba en señalar lo que estaba mal. Platón se preguntaba por la realidad y aducía que nosotros apenas si alcanzamos a ver sus “sombras”.

Un pensamiento así puede ser muy bueno, pero es insuficiente. Y mucho más en un mundo cambiante, donde las conclusiones de un momento pueden resultar obsoletas pocas horas después. El método de los seis sombreros enriquece ese pensamiento analítico al complementarlo con otras visiones y al promover un esfuerzo consciente por ir más allá de “lo que es” y pensar también en “lo que puede ser”.

Las personas no adoptan la discusión porque sea su método favorito, muchas veces lo hacen porque no conocen otra forma. He aquí una: sombreros de colores que hacen del pensar un juego con unas normas definidas, en lugar de un intercambio de agravios y condenas; sombreros de colores que permiten organizar puntos de vista diferentes y crear un mapa enriquecido para tomar mejores decisiones; sombreros de colores que representan direcciones para observar, pero no para mirar lo ya ocurrido, sino aquello que está por venir. 
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